Campeonex (2023): Reseña Rebañada

Reseña con spoilers de "Campeonex" (Javier Fesser, 2023), secuela de "Campeones" (2018). 

 


De los creadores de «Lávate porque el ratoncito podría morir», llega... «Vamos a hacer atletismo porque el ancianito se podría morir».


En mi reseña de Campeones (2018) dije que los jugadores eran unos personajes tan bien cincelados que necesitaban una secuela para poder ser los verdaderos protagonistas, y que de este modo pudieran sobrevivir a la primera película y convertirse en los clásicos del cine español que merecen ser. Campeonex es esa buena secuela.


Uno de los pocos defectos que tiene esta película proviene de un defecto que tiene el director desde sus mismos inicios. No es tanto un defecto de esta película sino una marca de autor. Se trata de que como Javier Fesser tiene la buena costumbre de emplear a actores discapacitados dentro de sus películas, les roza la dicción. Esto hace que en ocasiones no se entiendan algunos diálogos. En el momento más emocionante al final, no te enteras de que te habían explicado ese punto al principio.

Parece como si la película quisiera acelerarse a propósito, y entonces personajes que se les podría entender perfectamente no se les entiende. El hermano de Sergio se oye completamente acelerado, Cecilia y Andy hablan escopetadas. Me figuro que es porque como la mayoría de los actores hablaban lento el director les pidió a los actores que sí podían hablar rápido que hablasen lo más rápido que pudieran. Es una forma de equilibrar el ritmo, porque la película es larga.

Se le dedica atención a todos y cada uno de los personajes. Eso está muy bien, pero esto hace que el juego del final dure muchísimo más y a mí se me hace largo.


En cuestión de ritmo, la primera parte sigue siendo mejor, pero el guion de Campeonex está muchísimo mejor. Todos los errores que cometió Campeones, de 2018, Campeonex los subsana.

La nueva entrenadora me cae muy bien porque es todo lo contrario a Marco, el de la primera parte. De hecho, esta película se siente para mí como una auténtica liberación, porque por fin son los jugadores de Campeones pero sin Marco; y entonces es una diversión continua, una locura tras otra, sin que esté molestando el maldito Marco. ¡Qué molesto era en la primera!

Es que en la 1ª película incluso el etalonaje... Me di cuenta la semana pasada comparándola con Champions, el remake. En Champions, la escena de la ducha está con colores bastante cálidos, pero en Campeones se ve la ducha como una cosa muy turbia, muy en plan Dark Water, de Takashi Shimizu; que de un momento a otro parece que va a salir Sadako Yamamura del desagüe. ¡Está esperando el drama en cada puerta!

Pero en Campeonex el etalonaje está bastante correctito para comedia. Esta película no trata de ser realista; de hecho, se parece muchísimo más a las primeras películas de Javier Fesser que la primera. Hay un par de chistes que me sobraron, como el de los mocos y los pelos, que se me hizo interminable. Pero entiendo que la intención que hay detrás es muchísimo más importante que el éxito que tengan en el espectador.

Cuando ves a personajes discapacitados haciendo cosas completamente coloquiales —incluso vulgares— es la mejor representación que podríamos tener. Los discapacitados necesitamos vernos en el cine sin que nos pinten como angelitos del cielo. Ahí tienes a la pareja que cada cosa buena que sucede lo celebran besándose. ¡Es una maravilla! Es una excelente representación de las necesidades sexoafectivas.


Bueno, al principio de la película sucede que Los Amigos llegan a campeones de España, pero no pueden quedarse con las medallas porque Sergio las roba. Y entonces han pasado un par de años y llega una nueva entrenadora.

La entrenadora trata de reunir de nuevo a los personajes y se da una secuencia muy entretenida donde va viajando a cada punta de la ciudad y te enseñan de paso las circunstancias sociolaborales de cada uno de los jugadores. Es la preparación para una nueva aventura, es prometedor. Y además, hace un reflejo con la secuencia de las circunstancias sociolaborales de la primera película. Normalmente me suele molestar que las secuelas copien escena por escena de la película anterior, pero en este caso fue un grandísimo acierto.


Siempre he criticado mucho el modo en que en la primera película suponía un gran problema que Marco hiciera luz de gas a Juanma para que se lavase. El ratoncito nunca se metió dentro del desagüe, como sí hizo en el remake, Champions. Aquí corrigen este error aceptándolo como error y haciendo que la entrenadora nueva tenga que redimirse de esta mala decisión al final.


Hay una escena donde presentan algo así como la antagonista, que es una compañera de Cecilia —la nueva entrenadora—; y esta antagonista dice que Cecilia es gafe, da mala suerte por todas partes.

Yo creo que Cecilia no da mala suerte de por sí, simplemente reparte la suerte que cada cual se merece. Solamente las personas malvadas tienen mala suerte a su lado. Los Amigos en todo momento están en el sitio donde tienen que estar para ganar el gran premio. Cecilia es más una desenredadora.

Y uno de los mayores aciertos de este guion está en que la supuesta mala suerte que reparte Cecilia es un reflejo de la discriminación.

En el cine de concienciación social se suele agarrar la cámara y enchufar a una cosa injusta como diciendo al espectador: «¡Mira, mira!» Y de ese modo se supone que estás educando a la gente. Pero el mejor modo para poder concienciar a la gente no es enseñarle un caso concreto, sino haciendo que se identifiquen con personas a quienes ellos consideren un semejante; y de este modo, haciéndoles sentir de primera mano un sucedáneo. Como cuando en la primera temporada de Star Trek: Enterprise «Trip» se sube a una nave extraterrestre y ve un montón de luces y es todo muy saturante. Una persona que no sepa nada de autismo puedes ponerle una película que hable: «Sí, la sobresaturación sensorial se ve así y tiene estos rasgos, y esto es lo que sucede por estas causas.» Se lo explicas con un diccionario al lado, y al final no le va a importar nada porque antes de la película no sabía nada. En cambio, si ves la serie donde el comandante Tucker ve colores y hay muchos ruidos durante mucho tiempo y acaba muy cansado, va a sentir lo mismo que el comandante Tucker. Y entonces, aunque no sepa qué nombre darle, va a saber qué es lo que sentimos los autistas cuando tenemos un shutdown.

El guion de Campeonex merece una medalla por haber explicado qué es lo que se siente cuando todos te discriminan y te desprecian por prejuicios a través de la supuesta mala suerte.


Otra pauta del trabajo de Javier Fesser es que los personajes que tienen que dar rabia dan mucha rabia. Opino que este rasgo jugó en su contra en la primera película. Marco no tenía que dar tanta rabia.


Cuando Sergio regresa al equipo por fin, en lugar de dramas innecesarios, Los Amigos directamente dicen: «¡Amigo, te perdonamos!» Ya está, ¡historia corta!

Hacia la mitad, hay un par de escenas donde me quedé en plan: «¿Va a haber yuri? ¿Vamos a tener yuri?» Luego sí, hay yuri, se dan un piquín. Y ya está. ¡Para eso no me calientes!

Aquí creo que están corrigiendo otro de los fallos de la primera película, que es el de que al final Marco se reconcilie con su novia y vuelvan a ser como el papá y la mamá y piensen en tener hijos, y de ese modo, todo el trayecto de entrenar a discapacitados se convierta en una escuela de papás, lo que convertía a los discapacitados de la 1ª película en metáforas de niños. Ese error lo subsanan haciendo que los dos «entrenadores» sean dos chicas jovencísimas. Bien jugado.


En la primera película, el entrenador —Marco— hacía luz de gas a Juanma, y en esta película se subsana. Es como si la historia hiciera una especie de empalme, porque Cecilia al principio miente a todo el equipo —y aparentemente va a cometer el mismo error que Marco en la primera—, pero empieza a corregir ese error. Reúne a Julio, que se está muriendo, con Sergio, el hijo pródigo; y acepta que a lo mejor sus propios planes son imperfectos, que cada pequeño accidente ha llevado al equipo a un propósito superior.

Es un mensaje inspirador, porque Brian, el chico que más lento iba a correr en una pista —porque si le sacan de la silla, mucho no va a correr— al final era el capitán. Cecilia aprendía a delegar; Brian aprendía a contar con los demás; Sergio aprendía a correr de otra manera, a superar sus propios límites. Yo suelo estar bastante en contra de este tipo de historias porque muchas veces esto de ir más allá de tu zona de confort puede ser un poco tóxico para las personas con discapacidad; porque las personas discapacitadas estamos todo el santo día fuera de nuestra zona de confort. ¿Qué menos que, de vez en cuando, nos dejen repanchingarnos en el sofá?

Pero esta película sabe cuáles son los límites de Sergio y lo anima a correr por la ciudad hasta llegar hasta el mismísimo estadio, y en el estadio todavía le queda fuelle. ¡Es Supersergio! ¡Esto es como Dragon Ball! Krilín, Ten Shin Han y Yamcha resistiendo la batalla hasta que llega Goku.

Esto, de por sí, es muy estimulante. Y estoy seguro de que la mayoría de los espectadores encontrarán que el último cuarto de la película es muy emocionante. Yo, que soy autista, he encontrado que era un poco sobresaturador. Si yo, esta película, en vez de verla en mi casa con auriculares —sabiendo que en cualquier momento puedo darle a la pausa—, la hubiera visto en el cine, hubiera salido del cine exhausto. ¡Media hora de chunda-chunda! ¡Unos comentaristas que están dale que dale, habla que habla, que no se callan debajo del agua! Y además como ya no es baloncesto —un juego de equipo en el que todos están jugando al mismo tiempo— sino un juego de turnos, se le tiene que dedicar una pequeña escena a cada uno de los personajes. No es una Battle Royale sino un Juego de la Oca, como dice el cuñado de Brian. ¡Qué mal me cae! ¿Ves? Es que a Fesser se le da genial que los personajes que tienen que caerte mal te caigan mal. ¡Un aplauso por ponerme de los nervios!


Se me hizo un poco distópico que en la primera mitad del partido final aparecen los jugadores corriendo atados a un palo. Bastante turbio, me recordó a Devilman Crybaby. Pero luego ya hay una pista, y aunque tienen gafas están corriendo de verdad. Eso sí se me hizo más orgánico porque era un poco más como una carrera de cuadrigas.

¡La tercera película de Campeones tiene que ser carreras de cuádrigas, por favor! Y entonces el Brianeitor puede tener su propio carro y... ¡Buah, va a ser buenísima! «Campeo-tres». Lo veo. Lo visualizo.


En el gran momento final donde Sergio desenchufa de la silla a Brian, yo me confundí porque como muchos personajes hablan con una dicción rozada, al principio, cuando explican lo de desenchufar, no me enteré. Por un momento sentí que... ¿lo había desenchufado de su soporte vital...? No lo sé, me confundí porque no tengo suficiente información de esto y no se me explicó bien al principio.

La mayoría de las normas a las que se someten los jugadores y la mayoría de las normas a las que nos sometemos los espectadores se explican bien, pero hay algunas que por este problema de la dirección de sonido hace que cuando llegue el gran momento te confundas. En estos casos recomiendo sonorización: poner a los actores un micro aquí delante. ¡Aquí delante! No aquí [sobre la coronilla], para que suene natural, no, no, ¡aquí delante! Que Javier Fesser, cuando hizo la película de Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo, era una película de animación y en lugar de poner el micro delante —como se ha hecho de toda la vida de Dios—, no, ahí a 3 kilómetros el micro, «para que suene con la acústica...» ¡Anda ya! ¿No ve que algunos espectadores no entendemos bien?


Hay muchísimas películas que intentan jugar al juego de la inspiración y no llegan. Campeonex lo logra de sobra, sabe perfectamente cómo hacer las cosas. Y como ya ha tenido hace unos años la película de Campeones para ensayar un poco y cometer todos los errores, ahora ya sabe dónde pisar seguro, y hace que esta película sea como cuatro veces mejor que cualquier otra de tema discapacidad.


Esta película no es perfecta —porque nos promete yuri y luego el yuri no se da— pero es un verdadero ejemplo a seguir en muchos otros casos. Mis felicitaciones.

Por cierto, en los créditos finales hay un sello de «Película libre de Inteligencia Artificial». Hace falta que ese sello esté en más películas.




 

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